Como comentaba el pasado marzo (click), y quedé en deuda de compartir mi primer "Maralic" (Click web Maralic), regalo -autografiada por Paco- del propio artista; su última referencia en llegar al mercado (REF C-1201), en edición limitada y con un PVR de 155€..., el Toyota Celica Twin Cam Turbo (TC-TCT), la Reina de África, que en manos de Bjön Waldegaard tomó parte en el Olympus Rally de 1986; fabricado RTR en resina.
En principio pensé en escribir sobre la que sería la última prueba del Mundial de 1986, pero visto el artículo publicado en El Foro (Slot Adictos) vista la calidad del cochecito, la pasión por el detalle y la minuciosidad con que Paco (Maralic) ha tratado de llevar a escala 1:32 esta preciosidad pilotada por Bjön Waldegaard en el Rally Olympus de 1986, rally en el que Waldegaard obtuvo la quinta plaza de la general; muy por detrás de Markku Alén.
Si bien Waldegaard acabaría el año en una, engañosa, cuarta posición, sólo tras Kankkunen, Alén y Salonen, éste sólo habría obtenido dos victorias, en el Safari y en el Costa de Marfil..., los rallyes Toyota por excelencia y a los que, pudiendo evitarlo, algunas de las favoritas no acudirían.
Es sin embargo, en la clasificación del Campeonato de Constructores, donde encontramos la merecida posición de Toyota, sexta tras Peugeot, Lancia, Volkswagen, Audi y Ford.
Y esto, participaciones y posiciones finales viene a demostrar que la Toyota Celica TCT, Reina de África, nunca fue, como tampoco el Grupo B, para los dirigentes de Toyota, su objetivo, aunque fue una base inmejorable para sus posteriores tres títulos de Constructores. Aunque este Celica sería, gracias al Campeonato de Rally de Oriente Medio, uno de esos Gr B que siguió en carrera después del '86.
¿Reina de África? A los resultados me remito..., y ¿por qué?. Porque en el hemisferio Sur, en especial en el continente africano, Toyota, junto con Nissan, Suzuki, Daihatsu y Mazda, luchaban por ser número uno en ventas; y en éstos la ventaja parecía caer siempre -menos un escarabajo peleón- de cara para aquéllos que emprendían la aventura en un motor delantero.
Sus comienzos en el Grupo B, por las reticencias antes apuntadas de la Directiva de Toyota, comenzaron por las dudas y dificultades de su homologación, primero la TC GT para después pedir una ampliación para la versión con Turbocompresor. Se dejó en manos de Colonia (sede en Europa de la marca como todos aprendimos gracias a Carlos Sainz y Ove Andersson) y del Toyota Team Europe (TTE).
El resultado final todos lo conocemos, una bestia parda de 385 cv, con propulsor de 2.090 cm3 y 4 cilindros, longitudinal delantero, estructura monocasco en acero reforzado y carrocería en acero, poliéster y plexiglás (lo que le permitió alcanzar los 1.100 kilos de peso), con alimentación por inyección electrónica Nippodenso (como no podía ser otro) y Turbocompresor KKK (como tampoco podía ser de otra forma). Frenos de disco, caja Hewland...
Aunque tampoco quiero extenderme demasiado en el 1:1..., porque hoy, también, merece la pena hablar de cochecitos, y de esta musculosa versión del Toyota Celica Twin Cam Turbo reproducido, de principio a fin por Paco Sastre, MARALIC.
Presentado como si de una joya de tratase, en caja de cartón rígido de color negro y con el nombre de la marca en letras de plata y una grafía fácilmente reconocible.
En su interior, la joya.
Una reproducción que merece la pena ver y examinar en detalle, donde cada uno daremos a la obra de Paco su propio valor, disfrutando del detalle, del mimo y del cuidado con que éste ha sido reproducido... Hablemos de cochecitos..., de cerca.
Un blanco inmaculado, una resina impoluta y unas calcas protegidas por una brillante y abundante capa de barniz; algo que para mi gusto le confiere demasiado brillo (soy más mate) pero que sin le da una prestancia notoria.
Los cierres de seguridad Paco ha optado por reproducirlos con calcas al agua, una impresión nada fácil de conseguir y de resultados óptimos; aunque personalmente hubiera preferido unos fotograbados, creo que con estas calcas se consigue un acabado más uniforme y fino.
La matrícula, también reproducida mediante calca -con gran detalle- y como corresponde a los hijos del TTE, con matrícula de Köln (Colonia). Las ópticas encajan al milímetro. Como se puede apreciar en las fotos, y aunque a priori parecen sencillas, las calcas en negro que reproducen los patrocinadores son muy nítidas, ocultándose, gracias a su barniz, el escalón propio de toda calca.
Calidad de calcas, colocación y protección que se repite; con especial detalle en la llanta del logo del SCCA (Estamos en el Olympus, y no sólo hablo del rally).
Así la propia de piloto y copiloto. Calidad y perfecta armonía de máscaras y calcas, siempre sobre una pintura impecable.
En ambos flancos.
Aunque debido al gran tamaño de alguna de las calcas podamos encontrar algún pliegue o burbuja en determinadas zonas. Sin duda un problema que Paco ha sabido evitar.
En su zaga los cierres igualmente reproducidos mediante calcas, como calca es la placa del rally, de gran detalle y realismo.
La rejila es una pieza de resina en negro mate.
Su zaga es, personalmente, el punto donde el ángulo de la reproducción gana al músculo, unas ópticas creíbles y unas calcas que no dejan lugar a la duda.
Una zaga en la que se ve la mano del artista.
Las llantas, plásticas, son de origen Team Slot, como origen Team Slot son sus neumáticos.
Unas llantas que, aunque conocidas por todos, son fantásticas, amén de ser las del modelo.
Si Paco quería trasladarnos a aquél ya lejano 1986, el año en el que Estados Unidos ataca al sátrapa Gadafi, el de Chernóbil, el del Challenger o el del asesinato de Olof Palme, lo ha conseguido con una Celica como recién salida de los talleres del TTE en Colonia.
Una reproducción que, lejos de las versiones africanas, nos ha llevado a recordar el estadounidense Rally Olympus, último del trágico '86, último del Grupo B. Y qué mejor forma de recordarlo que llevar esta preciosidad a pista...
Antes de meterme en harina lo llevo al taller; y ahí, paso a paso, capa a capa y tornillo a tornillo descubro que esta maravilla de Maralic es bastante más que una poderosa y musculosa carrocería y una bellísima obra.
El chasis, al más puro estilo artesanal de quien se cocina el coche de principio a fin, está igualmente fabricado en resina; punto que normalmente avisa que el coche no va a ser en pista lo mismo que uno con chasis de plástico.
La guía, una de las mejores del mercado, de origen MSC, mientras el resto de componentes son, entiéndaseme la expresión, más de serie.
Algo de agradecer, pues ayuda a contener el precio del cochecito y si vamos a meterlo en pista no le vamos a exigir lo mismo que a otro en plástico.
Al abrirlo veo mejor un interior prometedor, de él me separan la tapa que reproduce el escape y la del propio habitáculo, al que se accede, sin mayor dificultad, gracias a un destornillador de estrella.
Arriba el telón..., su habitáculo es una maravilla; barras en resina, pilotos, extintor, cinturones..., no le falta detalle.
Aunque mejor, como aquélla colonia, cuanto más cerca.
En un afán por seguirme acercando para disfrutar de la reproducción encuentro calidad, calidad invisible desde el exterior y que sólo tiene una razón, vicio. Un vicio rayano lo insano por el detalle; detalles que para tantos quedan ocultos.
Como su salpicadero. Tan sencillo pero tan efectivo.
O el libro de notas del británico Fred Gallagher...
Sin duda una obra de esas que hacen cada día más grande y adulto el slot en unos días en lo que todo se cuestiona. Para Paco Sastre sin embargo hay algo incuestionable, la fidelidad y calidad de sus obras.
¿En pista? Sinceramente, una vuelta y con mucho miedo. Una vuelta a 10v., y medio gas. "Eppur si muove", citando a Galileo, pero el miedo a romper el soporte de la guía (fabricado en resina) me hace temblar por la integridad del cochecito, no quiero partirlo y quedarme sin mi primer, y por el momento, único Maralic de mi colección.
Salud
1 comentario:
Una verdadera preciosidad de coche, y una reproducción estimable, aunque alejada de mis preferencias automovilísticas.
El artículo, generoso (en todos los sentidos) y pleno de maravillosas imágenes que nos ofrecen una clara idea de lo que está hablando su autor. Son una gozada su lectura como la contemplación extasiada de sus fotografías.
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