
Muchas veces me han preguntado por qué hablaba de carreras (resumiendo) raras o poco conocidas, por qué hablar del Tourist Trophy del '68 (Artículo Ford P68 en Más Slot) o de este Tour de France del '60, o...., fundamentalmente porque nadie (o poca gente) lo hace. Sí, sería más fácil hablar del Jaguar MKII, uno de los automóviles más vendidos de la época, o de la Jaguar MKII de competición, pero creo que recuperar un pedacito de historia es también importante, aunque ello suponga bucear algo más en bibliografía variada, tanto en papel como en internet.

Así que esta entrada no es más que otra más, recuperado parte del texto de lo ya publicado en Más Slot, y con fotos de un cochecito no tan común con el que revivir en nuestros circuitos tal proeza. Y digo no tan común porque son habas contadas, porque están vendidos antes de salir y por el precio (195 €). Sin embargo, sí es más sencillo y económico adquirir la máquina en Kit; ya sea prepintado (149 Euros) ya sin pintar (120 Euros). Sobre la calidad y descripción de la máquina no puedo añadir nada más que las fotografías que acompañan al presente.

Durante los primeros años de producción el Mark II fue sinónimo de competición, en especial el 3.8, un coche prácticamente imbatible en carreras de turismos desde 1960 a 1963, convirtiéndose en un deseo de pilotos y equipos sin excesivos recursos. El mayor éxito de la MkII entre pilotos y equipos era la perfecta conjunción de fiabilidad, prestaciones y economía. Nigel Throley comentaba que un mecánico de Jaguar le decia que ir a asistir a las MkII era como ir de fin de semana al campo. La primera de las MkII preparadas para competir fue una 3.4 entregada en 1960 a David MacKay. John Coombs, el preparador número uno, en unidades, éxitos y solicitudes -entre los que se encontraban Salvadori, Peter Jopp, John Surtees y Bruce McLaren entre otros.

Y si los éxitos en todas las competiciones de turismos se sucedían en lo circuitos británicos, la MkII no cosechaban menos en rally. En el "Alpine Rally" Behra y René Richard se harían con la primera posición de claeny "Coupe des Alpes" en una 3.8. En el Tour de France Automobile de 1960, como ya sabemos, fueron Bernard Consten y Jacques Renal quien por un estrecho margen también se hicieron con la victoria en su clase sobre la 3.8 de Peter Jopp y Sir Gawaine Baillie. Si bien podíamos haber esperado una MkII del Monte, también se podría haber hecho con la ganadora del Tulip Raly o el RAC -También ganadoras de clase-, ninguna de ellas descartables en un futuro.

En años venideros la MkII, al contrario que otras máquinas, no se apagó y continuó cosechando grandes éxitos pese a la dura competencia del terrible desembarco de turismos norteamericanos en los circuitos británicos -principalmente-. Quien siguió cosechando éxitos fue Bernard Consten, siempre al volante de una MkII. Tan es así que una vez -ay prensa francesa- le preguntaron a Consten el por qué elegía una Jaguar para competir en su propio país, él sencillamente contestó si conocía alguna otra máquina que diera tanto por tan poco. Bernard Consten, para quien no le conozca, no es un piloto de los de primera línea, aunque su historial deportivo esté plagado de éxitos envidiables, tanto al volante de las italianas Alfa Romeo Giulietta -Marca con la que sería campeón de Francia de Rally-, como en su prueba fetiche, el Tour de France Automobile, prueba que ganaría en cinco ocasiones al volante de Alfa en 1958 y de Jaguar entre 1960 y 1963.

En 1967 Consten, sin abandonar nunca su aparición, esporádica, en pruebas automovilísticas es elegido presidente de la Federación Francesa de Automovilismo Deportivo -FFSA-. Uno de sus mayores éxitos llegaría en el Rally Costa de Marfil en 1975, prueba en la que logró la victoria absoluta al volante de la maravillosa y pronto reproducida Peugeot 504 (Y esta sí que es una buena noticia). Tales eran sus características, éxitos y fiabilidad que la MkII no dejó de utilizarse al más alto nivel hasta finales de la década, diez años de memorables carreras de turismos, categoría en la que brilló tanto en circuitos cerrados como en rally. Y si bien su palmarés no se iguala con el de tantos otros "monstruos", es de las pocas que puede presumir de no desentonar en eventos de alta sociedad, en los garajes de la policía británica o en las huidas de los más afamados cacos de bancos.

El Tour de France Automobile, carrera disputada por primera vez en 1906 y hasta 1914, año en el que debido a la situación política y de guerra en que Europa se vio hundida se suspendió hasta 1922; año en el que renacería hasta que en 1937 y por causas similares fue nuevamente suspendida. Trece años más tarde se recuperó el espíritu de la prueba gracias al esfuerzo del Automóvil Club de Niza. La prueba tomó forma de competición de velocidad y no de regularidad, sería sólo suspendida en 1955 y debido a la tragedia de Le Mans. El domino Ferrarista, saga 250 GT y 250 GTO sería aplastante en categoría GT y hasta 1969. Sólo la categoría de Turismos quedaría abierta a otras marcas, como en el caso de nuestros protagonistas de hoy, quienes se hicieron con la victoria en 1960.

En esta edición los pilotos deberían completar un total de 5.080 kilómetros en cuatro diferentes etapas; Niza-Spa; Spa-Rouen; Rouen-Clermont Ferrand y; Clermond Ferrand - Biarritz. Sólo 48 de los 116 que tomaron la salida llegaron a la costa cantábrica tras sus pasos por tan diferentes recorridos como el Mont Ventoux; Nürburgring; Spa, Monthléry, Le Mans, Auvergne, Tourmalet, Circuito de Pau... Su dureza estaba sólo al alcance de las más grandes, y 1960 fue nuevamente un año para las 250 GT, quienes coparon las tres primeras plazas del podium, dejando la categoría Turismos para nuestra Jaguar, seguida de la de Jopp y de la Alfa Giulietta de Rosinski. Nos seguimos leyendo...., Salud.