Lo admito, disfruto viendo vídeos y carreras de la NASCAR, leyendo viejas historias y viendo fotos de..., todo tipo de coches -incluyo NASCAR, como los dibujos animados, de ayer y hoy-; y hablando de coches, me encanta este coche, no sólo el Ford Galaxie del '63, sino también el Galaxie de las fotos, el Galaxie que siempre me chifló.
Un coche que descubrí hace ya algunos años en un librito de esos con fotos que pasa por tus manos como si de un "tebeo" del guerrero del antifaz se tratase. Y sin querer, o mejor dicho, queriendo, paras en una viñeta, o foto; un cochecito, largo y estrecho sobre el asfalto de una curva peraltada enorme, tengo esa foto clavada en la retina.
Y nunca más volví a ver esa foto, nunca más la he vuelto a ver. Ese libro, que no tengo ni tuve, ni creo que tenga, se quedó en casa de esos amigos, que para eso era de ellos, de mis padres que no tenían Mirós o Guisvales, pero sí muchos libros con fotos de coches de carreras, o al menos de eso es de lo que me acuerdo. Siempre me acordaré de haber soñado con ese cochazo americano de carreras mientras jugaba con mis cochecitos, golpeándolos con el índice, como si de chapas se tratase, por una alfombra convertida en circuito.
Años más tarde, tal vez demasiados, volví a ver ese coche, tan bonito como lo recordaba, en otra foto y ya en internet. Cuando supe que Revell-Monogram tenía intención de comercializarlo no lo dudé, me tenía que hacer con uno de ellos; y así fue, el Ford Galaxy con carrocería del '63 pilotado por el chico bueno, o el "chico de oro" de la NASCAR, Fred Lorenzen.
La decoración de este modelo la encontraremos en otros tantos de otros años -1964, 1965...-, e incluso en algún modelo de calle repintado y modificado para parecerse a este mismo. Sin duda el Galaxie fue uno de los grandes éxitos de Ford a todos los niveles; y es que no sólo triunfó como pocos como NASCAR; en Europa conquistó el Reino Unido desde su estreno en Silverstone 1963, si los paragolpes de acero y sí de aluminio que son bastante más ligeros.
Como reza en uno de sus "vinilos", los preparadores son los históricos Holman&Moody, a los que habrá que dedicar una entrada, expertos como ningunos en la preparación de estas enormes moles de infinito cubicaje. De hecho, y para hacernos una idea, este pequeñín venía siendo un siete litros; tremendo!! Y con todo y con eso se hizo incluso con los invencibles Jaguar 3.8.
Pero hablemos de estados Unidos, de unos circuitos sin prácticamente curvas lentas, de un coche largo como un día sin pan, de pequeñas ruedas (15"), estrechos neumáticos, frenos de tambor y siete litros tirando a fondo con el pie estable sobre el pedal; un pedal que había que tratar con suavidad, no había sido preparado ni concebido para salidas en las que apretar a fondo desde parado, punto débil de esta precosidad.
Un coche en el que Ford, tras los éxitos con el del '62 en la NASCAR, confió para este año; para ello rebajó la altura del techo, mejoró su aerodinámica y refrigeración de su magnífico 427, que ahora sustituía al 406, y seguimos hablando de pulgadas cúbicas. Un coche que de serie, con un pequeño extra, ya alcanzaba los 410 cv, pero todo esto no hace falta que lo diga yo, ya lo dice el propio cochecito.
Este, el de Fred Lorenzen sería uno de los 50 Galaxies fabricados por Ford y destinados a la competición bajo parámetros de preparación exclusivos que cada equipo ya se encargaría de optimizar y tratar adecuadamente. De fábrica salía, como es lógico, muy aligerado, tanto en lo relativo a elementos exteriores como interiores. No sólo se sustituían los paragolpes -o defensas-, donde se podía, de acero por aluminio, se llegaban a montar de fibra de vidrio, incluso las puertas, dos en estos Galaxies, con interiores vacíos a excepción de relojes, indicadores, barras y demás elementos de seguridad y "butacón" ligero.
Y cuando una de estas maravillas llegaban a mano de H&M..., teníamos un ganador de NASCAR.
Sobre la calidad de tampografía y detalles, poco que decir, sencillamente no defrauda.
Definición y corrección, unidos a detalles como los cierres de seguridad del parabrisas, de de la luna trasera, no sólo pintados sino también en relieve.
Cincha incluida.
Con llanta y sin tapacubos, no aconsejables para ningún Galaxie de competición.
Para mí este era un imprescindible, aunque por otras razones distintas a las habituales; y que dicho sea de paso, acompaña al de Marvin Panch, y algún día, el de Gurney se unirá.
Salud
12 comentarios:
Muy bonito Demo. Me gusta más en tus fotos que en realidad
Lo de Revell también se merece una entrada, en preciuo calidad es de lo mejor que hay, con permiso de autoart y siempre y cuando no compitas claro...
Wenas!!!! Bonita historia nostálgica de tu infancia con éste coche. A mi ya sabes que estos grandes coches no me llaman mucho la atención, me gustan la cantidad depegatinas que tiene en los laterales, y sobre todo, me ha gustado la foto en la que se ve en el paracoques delantero, sobre el fantástico cromado los raíles de la pista, genial!
Buena entrada compañero!
Adeu y gassssss
Excelente entrada y directa a mi corazoncito, yo también tengo una historia especial con los grandes turismos americanos de esta época, algún día la sacaré fuera, porque toca una época turbulenta de mi infancia. Pero repito esta entrada me ha llegado a ese sitio especial. A mi me encantan los Nascar de época,y al contrario que otros coches incitan a correr sin miramientos, a darle al gatillo con alevosía. Y si se descacharran ,pues eso, como los Nascar de verdad. El trabajo de revell es impecable, no sé le puede achacar casi nada, yo soy menos exigente que tú, así que diría que nada. Tus fotos como siempre fantásticas, tengo que hacerme con una parejita para mi ejemplar pilotado por el mítico fireball roberts, la de Gurney tiene todas las papeletas, aunque la que nos presentas hace oposiciones.
salud
Nuy buena Demo, esta si que me gusta jeje, esos grandes monstruos americanos de los 60... uff
Sobre Revell, pues coindico con waskalas, en relación calidad-precio es de lo mejor que hay.. y si quieres competir pues bueno se le adapta un chasis y a correr !!!
Me falta... y tengo la parejita blanca y roja...
Mira la currada de cajas que hacen estos tipos de Revell. No hacen falta las localizaciones de tu circuito. La caja es igual de espectacular que el coche.
Estupenda narración y muy inteligente tu ambientación fotográfica.
Saludos
Ea! Ya me habéis provocado, y me obligaréis a contar mi propia historia de afición a los coches americanos. Cochecitos en mi casa siempre hubo (de niño solo pedía ese tipo de juguetes y madelmanes, aparte del Scalextric, claro está). Sin embargo, mi fascinación por los mastodontes del otro lado del gran charco llegó a los 11 o 12 años de edad, en que descubrí en casa de unos amigos no menos de un centenar de ejemplares de la célebre NATIONAL GEOGRAPHIC, todas en inglés y en su edición americana original, que comprendían casi toda la década de los 60 y los primeros setenta. Procedían de un familiar -un tio o abuelo, no recuerdo bien- que había vivido obviamente en el extranjero, ya que por aquel entonces dicha revista no se publicaba en España (hablo de 1976 o 1977). Ya por entonces tenía ciertos conocimientos de inglés que me permitían entender parte de los textos, y, desde luego, me llamaban poderosamente la atención las maravillosas fotografías e ilustraciones. Pero, por encima de todo, me gustaban los anuncios, anuncios de artículos que se veían muy lejanos, por no decir inalcanzables en aquella España postfranquista y preconstitucional. Sofisticados equipos de música, grabadoras, Videos, grandes frigoríficos, TV a todo color enmarcados en enormes muebles de madera, que cerraban sus puertas diisimulando la pantalla, y, sobre todo, automóviles. Grandes, anchos y largos, con grandes parrillas y parachoques cromados, espaciosos interiores en cuero o vinilo, y enormes motores (cubic inch creo que fue de los primeros términos que aprendí leyendo esas revistas). Recuerdos tardes de sábado con la tele puesta con el programa "APLAUSO" mientras hojeaba, diccionario en mano, esos preciados tesoros. Así conocí los Galaxie, Fairlane, Mustang y Thunderbirds (y también los modestos Pinto o Maverick). Debo confesar que me fascinaban por igual los inmensos Cadillac Eldorado o Lincoln Continental como los extraños Gremlin de la AMC, la voluptuosidad curvilínea de un Chevy Corvette Stingray de los 70 o las líneas rectas y angulosas de un Coupe de Ville de 1965 o 1966. Eran a mis asombrados ojos, sencillammente, coches de otro mundo.
Soltado este ladrillo, no sorprenderá a nadie si digo que este Galaxie ya figura desde primeros de año entre los coches de mi colección, importado de USA. Nada añadiré a sus suficientemente alabadas calidad y corección del molde, precisando, si acaso, que las ruedas son un poco pequeñas, y la corona excesivamente grande, pero nada de ello empaña la maravillosa reproduccción, que casi huele a gasolina y aceite. Es un must-have para cualquier amante de los coches, sean americanos o no.
Un fuerte abrazo a todos.
Que bien Jorge, que bien...
La verdad es que este tipo de coche no son los que me apasionan, pero despues de tu splendido articulo tuve la ocasion de ver el coche en la tienda de Diego (Colecciolandia) y tenerlo en la mano,... y... es impressionante, hay que verlo para dar se cuenta.
Saludos
Lorenzen forever!!
Maravilla, maravilla, que coche, que piloto, que artículo y que fotos, olé.
Vaya pilotos que había en aquella época: Lorenzen, Panch, Pearson, Petty, Gurney, en fin. La creme de la creme, o como se escriba en francés que aquí uno si peca de algo es de anglófilo, jur jur jur.
Este Blog es como un pozo inagotable de buenos textos y hermosas fotografías. Reconozco que cuando dispongo de un minuto libre entro para leer no solo las nuevas entradas, sino también para repescar artículos como éste. ¡Y qué decir del Galaxie! Una reproducción excelente de un coche y un piloto muy destacados de la época. Ned Jarret gozaba de una merecida fama, no solo por sus excelentes aptitudes al volante, sino también por su deportividad -era conocido como "Gentleman Ned"-. Desde 1962 corrió de forma estable para Ford, tras vender al piloto afroamericano Wendell Scott su Chevrolet Bel Air de 1961 (no todo el mundo en la NASCAR se relacionaba con Scott, un piloto negro), hasta terminar su carrera en la prueba de las American 500 de Rockingham, en 1966, y su palmarés es impresionante, habiendo ganado dos campeonatos en 1961 y 1965, y superado en número de victorias en su época tan solo por los míticos Richard Petty o David Pearson.
Oyes, perdonadme porque se me ha ido la olla T-O-T-A-L-M-E-N-T-E, y he confundido este cche con el Galaxie de 1965 de Ned Jarret, con lo que todo lo comentado, aunque exacto, no tiene que ver con el coche a que se refería la entrada. ¡¡Diossss!! ¿Es esto el principio del Alzheimer?
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